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viernes, 27 de junio de 2014

XVI

Tras una larga, muy larga, tarde en el centro comercial, Cristock dejó a su hija en casa y se dirigió como cada noche al observatorio. Los técnicos ya habían solucionado el problema que Cristock había ocasionado a la Lente durante la visita de Franklin, y ya había estado usándose durante las horas previas al turno de Cristock. Volvió por fin a la tranquilidad de su asiento, y a la seguridad de su whisky en petaca, frente a la enorme pantalla de su Lente Espía, su gran compañera nocturna. En el relax del momento, se puso a pensar en su familia, en el poco tiempo que pasaba con ellas debido a su trabajo y sobre todo desde que empezó todo este-
[¡¡¡BOOM!!!]
—¡¡Pero qué ha sido eso!!— Nada más centrar la imagen en Tierra 2, una espantosa explosión en el planeta había hecho brillar toda la pantalla hasta dejarla totalmente blanca por unos segundos. Luego, a medida que el brillo se desvanecía, se podía ver con precisión de dónde había surgido el estallido, o lo que fuera que fuese. No perdió Cristock ni un segundo para acercarse a ese punto. Le venía a la mente, mientras tanto, aquella explosión que tanto le llamó la atención al principio, y que era en realidad el germen que dio pie a toda esta investigación. Ahora tenía la oportunidad de descubrir de qué se trataba aquello. —¿Tendrán algo que ver los pequeños duendes con esto?—

El zoom del telescopio se acercó más y más hacia el epicentro de la explosión, sin embargo no se apreciaba todavía ningún síntoma de ella... Toda la arboleda permanecía intacta. Ya se ha acercado hasta abarcar tan sólo unos pocos kilómetros de diámetro, pero seguía sin haber ningún signo de la supuesta bomba. Una explosión de esa magnitud habría pulverizado muchas veces el espacio que Cristock estaba viendo en pantalla; de hecho en este instante no podría ver más que una montaña de humo, pero no, la imagen era cristalina como de costumbre, y la vegetación irradiaba más vida que nunca si cabe. Puede que el centro de la explosión no estuviera exactamente en el encuadre actual, pero desde luego caminaría muy cerca y los restos de semejante cataclismo se habrían hecho ver incluso si Cristock no hubiera encuadrado nada bien la imagen.

[¡¡¡BOOM!!!]

Otra oportuna pero inesperada explosión sobresaltó a Cristock, que estaba profundamente concentrado buscando el punto de impacto. Se hubiera quedado ciego con soberano derroche de luz, de no ser porque, evidentemente, un monitor no puede mostrar más que una simple pantalla en blanco, por mucha luz que reciba del exterior. Ciertamente este nuevo estallido le sirvió para localizar ese centro que buscaba, y apresuradamente aprovechó la progresiva caída de luz de la explosión para localizarlo. Casi había acertado con el encuadre, pues poco más arriba se vislumbraba el menguante punto de luz. Cristock acercó la Lente todo lo posible hasta ese punto brillante y esperó a que se apagase por completo.

viernes, 20 de junio de 2014

XVII

—¿Qué será esta cosa? ¿Y por qué explosiona con demenciales bombas de luz sin emitir calor alguno?— En efecto, nada había sido pulverizado, lo cual era muy extraño. A juzgar por las explosiones, sólo un enorme cráter de varios cientos de kilómetros tendría sentido en esto. —Aquí está…— Ya se podía ver el núcleo y enigma de la explosión. —Bueno, pero... ¡Pero esto qué es! ¡¡Pero esto qué es!!— Y nada especialmente exasperante apareció en pantalla; tan sólo una estructura metálica, de lo más parecida a cualquiera de las construcciones humanas, como el esqueleto metálico de un edificio inacabado. Pero, entonces, ¿qué es lo que tanto crispaba a Cristock?

Los científicos muchas veces no buscan encontrar una respuesta a un problema concreto, sino que adjudican de antemano una respuesta a un problema cualquiera, y luego buscan encajar esa respuesta en la pregunta asignada. Es decir, en este caso Cristock tenía en mente su respuesta particular al problema de la explosión, pero se topó con una respuesta "equivocada".

—¡Esto no tiene sentido! ¡Debería estar presenciando la devastación de una abominable explosión, en forma de gigantesco cráter! Y me encuentro con... esto¿?— Una decepción para el pobre Cristock, al menos de momento, pues quién sabe qué podría significar toda esa estructura, origen de la explosión de luz. No obstante el ansia de Cristock por contemplar un cráter como resultado de la bomba, se debía a que podría servirle de prueba para demostrarse a sí mismo que Tierra 2 no era otra cosa que Tierra 1, su Tierra; que se trataba del mismo planeta y no de dos astros distintos. Con el cráter ubicado en una zona concreta de Tierra 2, Cristock podría compararlo con su propio planeta y comprobar si existen evidencias de algún supuesto impacto de meteorito en la equivalente coordenada terrestre.


Y, pensando en esto, una idea le vino a la cabeza. Miró hacia una de las muchas pantallas que le rodeaban, una que siempre había estado apagada, y se dispuso a planear una de sus travesuras científicas. Nada realmente concluyente ni resolutivo para sus muchas dudas, tan sólo una ociosidad en un momento como éste pero... sin duda muy pero que muy divertido.

viernes, 13 de junio de 2014

XVIII

Le ardía la sangre sólo de pensarlo, así que no perdió ni un segundo más. Encendió esa misteriosa pantalla y tecleó en su respectivo teclado durante un rato. Y de pronto apareció la imagen de la Tierra, Tierra 1, a vista de satélite.

La Lente Espía dispone, entre otros muchos privilegios, de la posibilidad de utilizar una red de satélites que vigilan la Tierra desde el espacio. No sólo el observatorio de la F.E.G. tiene acceso a ellos, pero dichos satélites tienen la peculiaridad de poder ser utilizados por distintas organizaciones al mismo tiempo.

El porqué de esta imagen desde el espacio se debe a que, de esta manera, Cristock podrá hacer una comparativa de ambos planetas. Y eso mismo es lo que se dispone a hacer ahora mismo. Encuadró con la vista satelital en el mismo punto que lo hizo su Telescopio, haciendo coincidir las coordenadas de Tierra 2 con las de Tierra 1, cosa totalmente posible ya que ambos planetas son casi idénticos (tan sólo se distinguen por la glaciación que impera en el planeta de los duendes). Comprobó entonces que en el lugar de la explosión correspondiente en Tierra 1, había una ciudad, se trata de Lampy-dae: ultramoderna metrópoli en el antiguo Congo de África. Todavía era de noche en la ciudad, pero la ingente cantidad de luz artificial en la misma le permitía a Cristock observarla con perfecto detalle.

Era curioso… Justo en las mismas coordenadas que en Tierra 2, Lampy-dae albergaba un moderno edificio de caprichoso parecido a los enormes "andamios" de su planeta gemelo, si bien todo lo demás no tiene nada que ver.

Con todo esto, se había olvidado Cristock de su principal objetivo desde que empezó su turno esa noche: las misteriosas explosiones de luz. Se puso manos a la obra; navegó por los alrededores del gran Andamio en busca de... algo. La zona circundante estaba casi desértica, a excepción de algunas sencillas construcciones, parecidas (o al menos eso le pareció a Cristock) a la caseta de los duendes. —Sin duda se trata de ellos otra vez...— Y al pensar esto, justo en el momento de pensarlo, aparecieron algunos duendes saliendo del interior de una de las construcciones. Eran unos veinte, corriendo todos hacia el Andamio, a pasos muy cortos y con esos trajes futuristas de ciencia ficción barata que no podían dejar de causarle cierta simpatía a Cristock.

Al llegar al gigante metálico, cada uno de ellos se dedicó a un trabajo concreto claramente predeterminado. Algunos se introdujeron bajo tierra por unas puertecitas situadas en el centro del Andamio, en el suelo. Otros se subieron por las vigas que forman el esqueleto y parecían inspeccionar dicha estructura con mucho detalle y con bastante "efusividad". Lo cierto es que eran seres muy extraños en su forma de moverse; parecía que estuvieran siempre actuando, sobreactuando, en una obra de teatro infantil.

—¡El suelo se está abriendo!— Y de su interior emergió otra construcción típica de los duendes, con techumbre acristalado y paredes que apenas podía ver debido a la constante vista cenital. Dicho tejado presentaba la peculiaridad de ser circular y no cuadrado o rectangular como los demás. —No... No es un tejado.— Tenía forma cónica, como una bala. —Es un misil. ¡Es un misil! Eso explica las explosiones. ¡Eso lo explica todo! O al menos todo por ahora…¡!— La emoción de Cristock y su empeño en descubrir lo que se empeña en descubrir... y nada más, le cegaba momentáneamente impidiéndole ver la realidad, la cual era más evidente, y sobre todo mucho más atractiva.

Cuando el "misil" alcanzó cierta altura, hasta encajar totalmente dentro del esqueleto metálico, los duendes que estaban subidos a la vigas del esqueleto innovaron unos movimientos todavía más exagerados que antes y finalmente se bajaron y marcharon corriendo todos de nuevo a sus casetas. Parecía mentira que estos personajillos de movimientos tan patosos pudieran ser los responsables de semejantes construcciones que, al menos en apariencia, superaban abismalmente la tecnología del humano actual.

Esa cosa saldría volando por los aires y haría explosión en algún momento, según las expectativas de Cristock, y por eso decidió acertadamente grabar el momento, no fuera a ser que un pestañeo le arruinase unas milésimas de segundo cruciales del suceso.
REC.

Y pocos segundos después, el proyectil explosionó y la imagen se tornó blanca, como era de esperar. Fueron tres segundos de luz máxima y unos siete segundos de disminución hasta que ya se empezó a apreciar de nuevo la forma del Andamio, ya sin el proyectil en su interior, el cual parecía haber desaparecido por arte de magia. Cabe mencionar que estos diez segundos los pasó Cristock sin coger aire alguno, a pesar de que el corazón le pedía, ahora más que nunca, oxígeno a gritos.

viernes, 6 de junio de 2014

XIX

El medio de grabación del que disponía este observatorio era, como no podía ser de otro modo, el más avanzado que existía. Se trataba de un sistema que denominaban Grabación Bioquímica, o sea biotecnología, también usada en otros apartados de la Lente Espía. Estas grabaciones permitían al astrónomo manejar a su antojo casi todos los aspectos de un vídeo que había sido grabado previamente; aspectos tales como la cantidad de luz, la redimensión sin interpolación o el control de la velocidad de imágenes por segundo.

Por tanto, reprodujo Cristock el vídeo que acababa de grabar y redujo la luminosidad hasta casi el máximo de sus posibilidades (¡realmente no termina de poner al límite todas las capacidades de su Telescopio!). Comprobó por fin lo que era indudable: No se trataba de un misil ni de ningún arma explosiva, sino de un cohete. La explosión de luz provenía del propio Cohete, que, debido a la enorme velocidad alcanzada, se producía una acumulación de luz. Igual que sucede con las explosiones sonoras, donde un objeto ruidoso superando la barrera del sonido produce estallidos, que no es más que el ruido del propio objeto auto multiplicado gracias a (o por culpa de) su gran velocidad. Lo mismo ocurre con la luz; los cuerpos que alcanzan velocidades cercanas a las de la luz se delatan por una acumulación constante de cualquier emisión luminosa que pueda surgir del cuerpo en cuestión. —Pero... Será posible que estos... enanos, sean capaces de viajar a semejantes velocidades¿?—

Tecnicismos aparte, nos centramos en lo que Cristock pudo observar una vez ajustada la luz, y es lo siguiente: El Cohete de los duendes salió propulsado hacia el espacio, en perpendicular. Durante los primeros dos o tres segundos, se apreciaba bien su definición; luego empezó a desenfocarse hasta diez segundos más tarde que acabó desapareciendo por completo. Por desgracia, el desenfoque es uno de los aspectos fotográficos que no podía corregir la Grabación Bioquímica. No obstante, el tiempo que permaneció enfocado, le bastó a Cristock para percibir, con vista de águila, que el Cohete se había hecho más grande; casi imperceptiblemente, pero perceptible al fin y al cabo, lo que era un síntoma de su exageradísima velocidad. Y esta diferencia de tamaños, junto con los datos del desenfoque, eran más que suficientes para que el ordenador pudiera calcular la velocidad de la nave. Doscientos treinta y un mil quinientos sesenta y cuatro (231.564) kilómetros por segundo, es decir un 77% la velocidad de la luz.

La dirección de la Nave apuntaba hacia Tierra 1 con un ángulo de inclinación de cero con ocho grados. Esto despertó aún más la curiosidad de Cristock, como era de esperar, y se dispuso a calcular el destino de dicha Nave espacial. Descubrió que se dirigía hacia una estrella situada a tan sólo... —Un momento.—

Cristock se paró de repente y empezó a gesticular de forma algo esquizoide. Murmuró muy por lo bajo mientras movía sus manos con tan poca claridad como sus palabras y como queriendo representar algo en un espacio imaginario ante su cara. Entonces se lanzó sobre los mandos de la computadora y confirmó lo que se estaba temiendo: La Tierra, Tierra 1, su Tierra, se cruzará justo con la trayectoria del Cohete dentro de cinco mil años. Pero no sólo se topará con su trayectoria, sino que impactarán; coincidirán ambos cuerpos en un mismo punto en un mismo instante. —Según este ordenador, los duendes están viajando desde Tierra 2 hacia Tierra 1. Si así es, se trata pues de dos planetas distintos y no del mismo como imaginaba...— O como a Cristock le gustaría imaginarse.


Es bien sabido que los científicos investigadores, como artistas que son, desean siempre la respuesta más extravagante, por imposible que parezca, y van a por ella cueste lo que cueste. Pero a veces la respuesta se les resiste sobremanera como en este caso a nuestro amigo Cristock Earl.