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viernes, 5 de septiembre de 2014

VI

Resultaba de lo más relajante y excitante al mismo tiempo. Estaba dando un paseo a vista de pájaro sobre un planeta vivo a miles de años luz de distancia. Era curioso... Como científico, Cristock sabía que lo que estaba viendo había ocurrido hace muchísimo tiempo, casi 17.000 años atrás, ya que es el tiempo que tarda la luz en llegar desde aquel planeta; pero en cambio le resultaba imposible dejar de ver aquel paisaje como algo presente que estaba ocurriendo en aquel preciso momento...

—Qué ha sido eso ¡!— Algo acababa de suceder entre la vegetación. Cristock frenó la panorámica del Telescopio y retrocedió muy lentamente. Algo había ocurrido, sin duda, pues no es posible que unos árboles, por muy extraterrestres que sean, cobren movimiento. —¡Ahí está!— ... —¡¡Ahí está!!— Los árboles se movían. Cristock detuvo el movimiento para observar de qué se trataba. Sin duda, no eran árboles nómadas... Había algo tras ese mar de hojas verdes, y desde luego no era un vegetal. Ahora el animal (­—¡Tiene que serlo...!—) se mueve hacia abajo, y Cristock por descontado lo persigue con su Telescopio, como cazador que apunta a su presa con la mirilla telescópica de su rifle. Pero todavía no podía disparar... Debía esperar a que el animal, o lo que fuera, saliera de esa maldita frondosidad.

Lo persiguió durante un buen rato. A veces se paraba, quizás para descansar, pero en seguida continuaba su carrera. Debía ser un animal bastante grande, ya que los árboles se movían considerablemente a su paso, pero en cambio nunca llegaba a ver ni un solo rasgo de aquella cosa. De pronto se descubrió un descampado, que era hacia donde se dirigía precisamente la bestia; Cristock se exasperó entonces. Con el Telescopio en movimiento, se preparó para disparar. Deberá sacar una fotografía de ese animal en cuanto salga al descubierto, pues puede que esté desorientado y decida volver al bosque en un abrir y cerrar de obturador. Cuando estaba al borde de la arboleda, el animal se paró. Con la excitación y los nervios, Cristock sacó la foto sin querer, pero no, no captó nada; el animal no llegó a salir de entre los árboles. La pausa se hace interminable. —¿Pero quieres moverte...?— Durante este momento de tensión pausada, Cristock cruzó los dedos y decidió aplicar un aumento digital a la imagen en directo; quizás así lograría vislumbrar algún pequeño detalle entre las hojas...

Pero el animal se mueve justo cuando Cristock había aumentado la imagen al máximo, y así lo perdió de vista. Corrió hacia el descampado y el ahora sudoroso científico hizo lo mismo con su Telescopio, pero la visión era demasiado cerrada como para poder localizarlo. Lo ha perdido de vista; debe alejar rápidamente el aumento digital o lo perderá del todo.


—Lo tengo.— No hizo falta alejar nada, ahí estaba el animal, excitado, moviéndose inquieto en el sitio, como un asustado elefante de los antiguos circos. —¿Un elefante...?— No, no era un elefante. En seguida Cristock comprobó que en realidad se trataba de un auténtico mamut. Un enorme mamut del pleistoceno había aparecido ante los ojos de nuestro amigo Cristock Earl.

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