Una noche, estando Cristock sentado en su asiento frente a la pantalla
del observatorio, sucedió un hecho que cambiaría su vida, al menos la suya, para
siempre. Estaba estudiando una espectacular nebulosa, la cosa más colorida que
había visto nunca; se atrevería a jurar que incluso había colores que no
existen en la Tierra, aunque eso, claro, sería imposible... Era ya muy tarde, y
quizás no debía haber bebido aquel whisky antes de ponerse a trabajar; no
obstante, el alcohol nunca le había causado ningún problema en el trabajo sino
todo lo contrario ya que “le sirve para espantar a los fantasmas y concentrarse
en sus proyectos", según él dice. Y debía ser cierto porque hasta ahora no
había hecho otra cosa que triunfar en casi todos los proyectos que ha llevado a
cabo, incluido por supuesto la propia Lente Espía: la única construcción humana
visible a simple vista desde el espacio.
Respecto a los fantasmas de Cristock, saber que no es más que una forma
suya de justificar su manía persecutoria, y por eso excepcionalmente necesita
de una "medicina" recetada por él mismo para olvidarse de sus
alrededores inventados y prestar atención a su trabajo; cosa que en estado sobrio
le resulta realmente difícil.
Curiosamente, fue su pequeña petaca de whisky la que le enredó en lo que
será la mayor aventura de su vida y, quizás, la de todas las vidas en la
Tierra...
—¡Menos mal que estaba cerrada!— Cristock tiene costumbre de enroscar el
tapón de su petaca cada vez que le da un trago, pues esto le auto convence de no
volver a dar otro sorbo hasta dentro de un rato (aunque no siempre lo cumple).
Y menos mal que la petaca estaba cerrada cuando sin querer le dio con el brazo
y la tiró sobre el controlador de coordenadas, pues de haberse derramado el
whisky sobre semejante ingenio informático, serían necesarias muchas horas de
reparación y por tanto el mismo tiempo de inhabilitamiento para el telescopio.
Por consiguiente, su afición a la bebida habría de provocar muchas críticas
que, no sólo aumentarían su manía persecutoria, sino que lo obligarían a
trabajar sin su medicina caza fantasmas.
En cualquier caso, nada de esto ha ocurrido. Lo que sí ha pasado es lo
siguiente: la petaca presionó ciertos botones que han creado nuevas coordenadas
totalmente arbitrarias. Cristock se da cuenta de ello y se dispone a cancelarlo
para seguir con el estudio de su nebulosa, que por cierto...
—¿Qué nombre le pongo?— Pensaba Cristock mientras vislumbraba aquel arcoíris
espacial. —Le prometí a mi hija que le pondría su nombre. El problema es que le
prometí lo mismo a mi mujer… ¿Abby? ¿Eleanor? No sé. La verdad es que preferiría
llamarle Abby. Que no se enfade mi mujer pero su nombre no me acaba de
convencer para una nebulosa. Eleanor... Quizás para un asteroide ¿?— Y mientras cavilaba
en el tema, se volvió a fijar en las coordenadas introducidas “por su
petaca" y se dijo, —¡Qué diablos! A ver hasta dónde nos lleva el libre
albedrío. Ya tendré tiempo luego de volver a mi nebulosa.— Fue entonces cuando
presionó el botón de INTRO y el telescopio comenzó a moverse...
Nunca más regresará a aquella nebulosa.
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